Filosofía

Colocarnos siempre en el lugar de quien solicita nuestros servicios para ofrecerle una respuesta oportuna y segura que responda a sus sentimientos, necesidades, expectativas, para apoyarlos y acompañarlos en el momento en que nos hacemos cargo de sus seres más queridos.

El servicio de cuidador incorpora la palabra “Angel”, con la imagen de un “ala” que simboliza la tradición de los Ángeles en el Antiguo y Nuevo Testamento, también presente en las tres religiones monoteístas. Estos seres alados cumplen la función de anunciar mensajes divinos y proteger a los hombres. Se habla de ellos y se los representa como seres espirituales y luminosos que de una forma amorosa acompañan a  los hombres desde la niñez hasta la muerte. Ha sido una tradición en la cultura religiosa de nuestros pueblos la figura de estos seres celestiales, representados en el Angel de la guarda y que nuestras madres invocaban con la oración matutina de protección hacia sus hijos que se iniciaba diciendo: “Angel de la guarda mi dulce compañía…”.

Esta asociación con la figura del Ángel de la Guarda sirve de inspiración a nuestro servicio de cuidador. La figura del Ángel que acompaña a los hombres también llena de contenido espiritual las actividades que ofrece el cuidador con las personas que se ponen en contacto con él: el cuidador acompaña, brinda seguridad, regala un encuentro cálido, le regala rostro al servicio que ofrece para ser reconocido en ese intercambio con la persona de la que se hace cargo. La figura del Ángel también inspira los valores de “respeto” hacia el otro, tomado en sus diferencias y contingencias, inspira el celo permanente por cuidar su “privacidad” y la intimidad como un don sagrado de cada persona, y le inspira la obligación de cumplir con la “confidencialidad” que involucra todo el espacio particular del ser humano y de la información que recibe directa o indirectamente en su trabajo de cuidador.